sábado, 30 de julio de 2011

La Vida del siglo XXI

Está siendo un verano movidito, con un clima egoísta y la vieja crisis que nos pone de vez en cuando un tanto nerviosos. Da la sensación, que al leer el periódico o ver el telediario, encontramos más malas noticias que buenas, pero hay que contraatacar antes de que este pesimismo nos pille a todos sin estar preparados. Dejemos de pensar en la pasta, porque la crisis del dinero es menos importante que la crisis del espíritu. Dediquémonos a formarnos para humanizar la sociedad, Europa, el mundo, y si hace falta, Narnia. ¡Que no puede ser que un ser humano del siglo XXI se esté especializando en ser un egoísta maquiavélico!
Justo sobre esto me mandó un amigo un mail. Un mail cojonudo y larguísimo sobre cómo está el patio en la vida moderna del maravilloso siglo XXI. He dividido el mail en dos partes. La primera habla sobre eogísmo y la segunda, sobre cómo salvar esta delicada situación:
- Parte 1 -
Hoy la gente no está por la labor de arriesgar. Se busca la seguridad, el confort, el bienestar, la comodidad, la riqueza, el lujo, el derroche… No hay más limitaciones que la capacidad de hartazgo. Si no bebo más, no es por templanza, ni por sobriedad, es porque me caigo pedo al suelo, no por falta de ganas…
 ¿Has visto la de matrimonios "recién casados" que no tienen pensado tener hijos? Dicen que eso es cosa de los emigrantes, que no tienen tiempo para limpiar culos, que ahora están para disfrutar, que eso se lo plantearán después, que los hijos ya vendrán luego, cuando no puedan hacer otra cosa, con un in vitro y gastándose un porrón de dinero, para que luego les salgan bichos, en vez de hijos. “Es que es mucha responsabilidad para mí, no estoy preparado" (¿y la que tus padres tuvieron contigo...?).
Nos matamos a trabajar. No hay límite al esfuerzo, siempre que tenga resultados en dinero. Para lo demás, ya vamos más despacio y con más cuidado: para atender a nuestra familia, para ayudar a nuestros amigos, para atender a los menos favorecidos… Eso que lo hagan las monjas, o el gobierno, que para eso están. ¡Es de ley! Pero la gente es la pera. Sólo piensa en el dinero, en el dichoso dinero. Viven para ser los muertos más ricos del cementerio.
Si cuando tenías que hacer deporte, hacías botellón, no te habrás desarrollado muscularmente, no habrás crecido, ni tendrás desarrollado tu cuerpo. Si cuando tenías que prepararte para la vida profesional, te dedicaste a las fiestukis, después eres un impresentable y un inútil. Si cuando tenías que preparar tu generosidad para darle tu corazón entero, noble y limpio, a la futura madre de tus hijos, y en vez de eso te dedicabas al revolcón de los viernes, te habrás convertido en un asqueroso lascivo desarreglado y obseso sexual. Y si cuando tenías que desarrollar tu paternidad, te dedicas a vivir como un adolescente caprichoso y nuevo rico, cuando vengan los hijos no sabrás ni qué  hacer con ellos, porque se te habrá pasado el arroz, y no tendrás ya ni el aguante, ni el cariño, ni el amor, ni la entrega que son imprescindibles para sacar una familia adelante. Punto. Eso es así.

sábado, 23 de julio de 2011

La mode et des apparences

Reflexionar sobre la moda es reflexionar sobre el ornato egocéntrico, pero lícito, de cada uno. Intervienen en esta reflexión el adorno, la compostura, lo efímero y en definitiva, la apariencia. ¿Por qué unos se compran un Lacoste y otros compran uno falso en el mercadillo, o por qué unos se compran unas Rayban y otros compran baratas copias al topmanta? ¿Por la calidad, el poder adquisitivo, por la estética… o para parecer alguien fashion y molón? Todos hemos sido y somos de vez en cuando fashion victims porque es inevitable. Nuestra sociedad materialista valora demasiado lo efímero y lo importante no es quién eres, sino qué tienes. Por eso nos ocultamos, queriendo o sin querer, vistiendo ropa llamativa.
Atención a lo que dice  Rocío Mier y Virginia Aspe en su artículo sobre las apariencias: “Hoy, el lenguaje es poético. Es decir, hay una tendencia actual a conocer desde la sola apariencia y las emociones. Se prefiere lo misterioso y subjetivo; lo oculto, pero manifestado por una apariencia que remite a algo más”. Por ejemplo, los hippies,  un movimiento cuya apariencia remitía a sus principios.
La clave del misterio es la que hace a la moda una paradoja. Sirve para diferenciarse del resto, pero a la vez es un acuerdo común, luego, la diferencia es individual, el consenso, universal. Fantástico. Pero pongámonos serios ¿Por qué cada vez vemos a más gente vistiendo de una forma pintoresca o estrafalaria? ¿Será por nuestra sociedad de consumo? ¿Los complejos de inferioridad o la baja autoestima? ¿Por gusto a la elegancia? Sea por lo que sea, siempre está ahí lo que el antropólogo Lipovetsky llama la magia de las apariencias, esa renovación de las formas con un valor mundano, una forma específica del cambio social. Curioso y divertido es intentar descubrir las conexiones entre la dimensión estética y el ser de una persona. El color de un vestido, su valor sensual, el tipo de tejido... Representan algo. Y es que la moda es una re-presentación, por eso supone experiencias pasadas, porque manifiesta la sensibilidad del hombre en el tiempo.
Concluyendo, la moda es siempre una apariencia que manifiesta o desvela algo. Así, crear la moda y vestirse, es un arte, un arte espiritual.


Anexo:



- El Imperio de lo Efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas, Gilles Lipovetsky, 1987.
 

jueves, 7 de julio de 2011

Be water my friend


Decía Sócrates, mucho antes de que su patria se hundiera en el más hondo de los pozos europeos, que lo primero que tenía que hacer el hombre para entender la realidad es conocerse a sí mismo -Nosce te ipsum- y así controlar mejor sus emociones. Hoy en día es clave ser optimistas, andar sin complejos, sonreír, y más en un planeta como el nuestro… Porque vivimos acelerados y nos detenemos poco, o nada, en los pequeños detalles. Tengo que hacer, tengo que ir… ¿Tengo o quiero? Nos asfixiamos creándonos infinitas obligaciones sin poder relajarnos ni un minuto. Nos encanta estresarnos y peor aún, rallarnos.


En los años noventa, Daniel Goleman escribió un libro, Emotional Intelligence, en el que nos advertía que perdemos demasiado el tiempo y un 40% de nuestras energías en resolver conflictos que podrían haberse prevenido ¿Y si paramos el mundo y nos bajamos por unos minutos y nos regalamos  unos instantes, un café recién hecho, un pellizco de chocolate, una canción…? David Caruso, autor de The Emotionally Intelligent Manager, mantenía que es necesario identificar con precisión nuestras emociones, pues son un auténtico medidor del ánimo. Al final consiste en comprendernos para comprender a los demás y poder ayudarnos. Porque estamos viviendo una época en la que una sonrisa hace mucho, en las que unas simples palabras de ánimo dan esperanza; un tiempo que carece de motivación y liderazgo. Por esto es importante pararse y pensar, para poner fin al innecesario sufrimiento y alcanzar la plenitud que tanto anhelamos.
Conócete a ti mismo, aprende a manejar tus emociones, a crear la propia motivación y gestionar las relaciones. No nos damos cuenta del gran poder de las emociones sobre la mente pensante y seguimos con el frecuente conflicto entre los sentimientos y la razón. No te crispes, ni te regocijes en un aburrimiento interior sin salida a la espera de un rescate. Te ahorrarás muchas pérdidas de cabeza, porque al final, todo o casi todo, los peligros, las pérdidas dolorosas, la persistencia hacia una meta a pesar de los fracasos, el enfrentar riesgos, es muy superable, efímero e irreal, todo pasa. Por esto es importante entrenar a la mente y la propia fortaleza. Como la fuerza que transmite un maestro jedi, o como la que enseñaba el maestro Bruce Lee con un “be water my friend”. Como dice un santo: “¿Para qué ser aves de corral pudiendo volar como las águilas?”.