sábado, 5 de noviembre de 2011

¿Cómo comunicar la Fe?


 A las diez de la mañana se han abierto las puertas de la Facultad de Comunicación en la Universidad de Navarra donde se está celebrando la Jornada de la comunicación de la fe en la opinión pública

Centrándome en la conferencia de Juan Manuel Mora, vicerrector de la comunicación de la universidad, me ha parecido una exposición clara y positiva de cómo debe transmitir el cristiano la alegría de la fe.

Con estas palabras ha introducido J. M. Mora su exposición: “La comunicación de la fe es una cuestión antigua, presente en los dos mil años de vida de la comunidad cristiana, que siempre se ha considerado mensajera de una noticia que le ha sido revelada y es digna de ser comunicada. Pero es también una cuestión de candente actualidad. Desde Pablo VI hasta Benedicto XVI, los Papas no han dejado de señalar la necesidad de mejorar la comunicación la fe”.

Somos portadores de una buena noticia, que se ha manifestado desde hace dos mil años en el arte, las universidades, la familia y diversos ámbitos. ¿Por qué los emperadores romanos perseguían a los cristianos? ¿Qué hacían para ser echados a los leones? ¿Es que se expresaban mal? Ellos, básicamente se dedicaban a amar a los demás. Así se comunicaban, en medio de una sociedad corrupta y hedonista, ellos comunicaban su mensaje mediante la caridad y siendo positivos. Era una comunicación impactante, por eso cada vez había más cristianos. Muchos fueron mártires, pero lo que está claro es que todos tenían gran entusiasmo para comunicar un mensaje antiguo y nuevo. Y hoy en día, se requiere una nueva evangelización dado que nuestra sociedad es cristiana, la cultura europea se llama cristiana, pero hemos perdido la memoria. Y para recordar de nuevo, no podemos volver a comunicar como la primera vez. Hay que suscitar una nueva curiosidad.

Y dice J. M. Mora: “Ante la sociedad democrática, relativista, compleja y con una jerarquía de valores contraria a la que proponemos, se necesita un nuevo ardor, método y expresión para poder comunicar la fe”.

¿Esto es posible? ¿Realmente es posible comunicar la fe ante tanta ignorancia religiosa, ante la histórica secularización de la sociedad, ante tanta intolerancia y violencia laicista? ¿O es demasiado quijotesco?

La respuesta es un sí enorme. Como hizo Miguel Ángel, con veinticinco años, esculpiendo la Pietà, buscando comunicar una idea, una esencia. El joven italiano supo sintetizar forma y fondo en una obra maestra.  Así hay que comunicar.

Para esto, J. M. Mora propone diez claves para comunicar la fe en cuanto al mensaje, la persona y el modo:

            En cuanto al mensaje, ante todo tiene que ser un mensaje positivo. Las audiencias captan las malas noticias y las críticas. Pero la gente secunda proyectos positivos. Es un sí al hombre, a la vida, a la solidaridad, a la ecología, a las virtudes y a la libertad. Debemos aprender a reformular lo negativo en positivo. En vez de hablar sobre los puntos en los que estamos desacuerdo, ¿por qué no exponemos los puntos en los que estamos de acuerdo y potenciamos ideas afirmativas? Enciende una lumbre y deja de maldecir la oscuridad.

En segundo lugar, que sea un mensaje relevante, significativo, una iluminación. No es discutir para vencer, sino, dialogar para convencer desinteresadamente.

Tercero, comunicar una idea clara. Tengamos en cuenta que la comunicación no es lo que explicamos sino como nos entienden los demás. Usemos palabras transparentes y no opacas, hagamos uso de la buena retórica, de una publicidad concreta. A veces, una buena metáfora es más eficaz que diez minutos de sermón.

            Relativo a la persona, el cristiano que comunica debe tener credibilidad. En vez mostrar nuestra propia credibilidad, hacer creíble el mensaje cristiano, mostrando integridad moral y desinterés. Ser auténticos.

Por otro lado, mostrar empatía. Sin ofender. Cuando comuniquemos la fe en la opinión pública hay que tener en cuenta la situación emocional en la que se encuentran las personas. Deshagámonos de la comunicación fría, juzgadora y excluyente para dar paso a una comunicación sensible que haga entrar en calor a los demás. La iglesia no es policía, es enfermera. 

Cortesía. Necesaria ante la proliferación de una comunicación de gallinero, en la que todos se insultan, mienten y juzgan a los demás. Desmarquémonos y seamos amables porque caballero es al que le dan la razón y al que le llevan la contraria.

            Haciendo referencia al modo, la séptima clave se llama profesionalidad. Ser inteligentes y no ingenuos, y saber comunicar teniendo en cuenta los distintos enfoques con los que se ve la fe. Todos los humanos comunicamos, y el cristiano debe esforzarse por conocer y amar la fe y la forma de comunicarla. 

El segundo principio sobre el modo es la transversalidad. Por ejemplo, en Italia los católicos no plantean su acción pública poniendo su esperanza en un partido. Saben por experiencia que lo importante no es que una formación  política incorpore a su programa la doctrina social cristiana, sino que esos valores se hagan presentes en todos los partidos, de modo transversal.

Finalmente, gradualidad. Seamos pacientes. Al comunicar la fe, no tengamos prisa, como si de un jardín se tratase, donde las flores crecen lentamente, regándolas día a día.

A todos estos principios, le sumamos el punto clave: la caridad. Un cristiano que quiera comunicar su fe debe reflejar alegría, como los cristianos de la antigua Roma, sonriendo, tendiendo siempre la mano, tolerando y respetando.